tema central : llegada de Ms. T.V ala casa
valores: amor ala familia, amor por el trabajo,respeto antivalores : envidia,desunion,
aspectos positivos de mr T.V: informativa, educativa
se dice el mago de la cara de vidrio por que la familia que recibio el
televisor no estaba acostumbrada alatecnologia de su epoca y por eso
creian que era magica y ceferino quiñones entra en una especie de locura
ye ne esta obra se hace una denuncia social por que la gente se deja
llevar mucho por la television Resumen:Uno de los más impresionantes
hallazgos que me ha deparado mi curiosidad insaciable es el haber
descubierto la íntima compenetración, interdependencia e interapoyo
existente entre cinco fenómenos que los despistados suelen considerar
como cosas distintas y que, sin embargo, poseen una básica raíz común.
Me refiero al quinteto infernal integrado por:
Política-Policía-Polución-Polilla-Poliom… (Conscientemente, y por
razones que prefiero reservarme, no agrego a la maltratada Poligamia.)
Lo cierto es que, aún siendo los factores mencionados uno para cinco, y
cinco para los que salgan, es la Política quien actúa como cabecilla.
Sobre ella se han intentado muchas definiciones que considero
incompletas, por no tomar en cuenta precisamente su cualidad intrínseca:
a pesar de que uno la aborrezca, siempre la tiene que aguantar.
Arriesgándome a que en el porvenir este sobrio y despasionado panfleto
sea calificado de subversivo, parcializado y obtuso, quiero dejar fiel
constancia de que ideas políticas tengo, y ellas no pueden ser otras que
las avanzadas ideas que exaltan al más humano y divino sistema: el
socialismo utópico. Debo denunciar que el Manual de tramposas ideas
políticas que me vendieron, saltaron o sustrajeron ladinamente el
capítulo correspondiente al llamado socialismo centrífugo, hecho éste
que me obliga a declararme neófito sobre el particular. No obstante,
esta pequeña laguna no me impide parcializarme abiertamente por el
sistema utópico, en el cual, hasta el momento, no he advertido fallas ni
limitaciones, el que cada quien pueda agregarle libremente el pedazo de
sueño que le dé la gana, sin por ello ser acusado de revisionista. Es
de esta amplitud imaginativa de donde surge su justísima consigna: "A
cada quien según sus ociosidades".
En cualquier caso, no tengo el menor inconveniente en ser trasladado de
este pabellón de manicomio donde me encuentro arbitrariamente
clasificado, hasta cualquier rincón de la "Ciudad Dorada". Sirva de paso
la declaración de mis ideas revolucionarias para desvirtuar cualquier
acusación de conservador, motivada por el intransigente repudio que
siento por la guitarra eléctrica.
En cuanto a la idea pilar que sirve de soporte al conjunto de mi
pensamiento político, puede resumirse en el rechazo absoluto de todo
Papa Upa en cualquiera de sus numerosas variantes (emperador, rey,
primer ministro, cacique, piache, presidente, generalísimo, etcétera).
Puedo transarme con la instauración de una Junta Popular electa en una
playa de mercado libre y removible cada quince (15) días, lapso a partir
del cual comienzan a observarse en el gobernante síntomas de creer
seriamente que él mismo es, y fatalmente, ya se le ha acercado el primer
chupamedias a ratificárselo. Es obvio que en esta junta popular,
maestros, cocineros, locos, caminadoras, poetas y marginados tendremos
taburete. No juzgo necesario, ni tampoco posible, que alguien se
convierta en tribuno portavoz del pueblo, por cuanto mis atentas
observaciones en los autobuses, carritos por puesto, mercados, casas de
vecindad, bodegas, barberías, etcétera, indican que mientras más
arruinado es el tipo y destartalada su condición, su lengua se torna
mucho más aguda, desenvuelta, explosiva, temible y larga, siéndole por
tal motivo completamente innecesario hablar con lengua ajena.
Es el caso, y lo que en este documento me corresponde denunciar, que mi
asomado enemigo El Mago, consciente del lugar preponderante que ocupa la
doctrina en la volunta de lucha de todo combatiente, se dio a la
maligna tarea de estortillar mis convicciones. Sabiendo de antemano la
imposibilidad de encasquetarme un Papa Upa a juro, se valió de las más
sutiles artimañas para alcanzar su ladino propósito. Doy fe de que,
durante casi la totalidad de la campaña electoral, resistí al
sistemático bombardeo de promesas lanzadas por sus candidatos
(incluyendo la tentadora oferta confidencial de uno de ellos, de hacer
instalar un cómodo, rápido y ventilado ascensor en el superbloque en
cuanto fuese electo con mi consentimiento). Nada me conmovió, ni
siquiera las tiernas fotos que presentaban a los aspirantes cargando
perritos, ordeñando vacas, comiendo frijoles, entrenando boxeadores,
leyendo Blanca Nieves y besando ancianitas. Ni por un instante olvidé
que mucho más angelical se veía Nerón tocando su lira y, sin embargo, no
se le aguó un ojo cuando quemó a Roma. Aún menor atención presté a los
innumerables requerimientos de El Mago para que me plegara: "¡