Respuesta :

hs0410
Siembra cósmica      En consecuencia, la idea de que la vida haya llegado a la Tierra procedente del espacio, suficientemente abonada por los hallazgos que acabamos de ver en una muy apretada síntesis, nos hace suponer dos cosas: primero, que, como escribió el autorizado profesor alemán Hoimar von Ditfurth (“No somos sólo de este mundo”), “por escasas que sean estas moléculas en el espacio interestelar, una nube cósmica de varios años luz contiene cantidades enormes”, y segundo, que, por ello, la existencia de otras civilizaciones, parecidas o tal vez absolutamente diferentes a la nuestra, es, desde la pura lógica y por consiguiente desde la más elemental aplicación de la probabilidad, a buen seguro parte de la regla  del Cosmos y no la excepción, como todavía hoy algunos escépticos chapuceros siguen sosteniendo con obstinación de mula.       Por otra parte -  tan importante como todo lo dicho hasta ahora acerca de las pruebasdisponibles - , es interesante recordar aquí que quienes abogan por la teoría del origenespontáneo de la vida en nuestro mundo, y con eso incluyen a  los muchos milagros del azar, todavía no han podido dar una contestación satisfactoria a la pregunta que, de maneraplausible, sí responden aquellos que tienen los ojos puestos en el espacio exterior. Nosreferimos por supuesto al  asunto del “molibdeno”, un elemento esencial para la vida, pero que es a la vez sumamente raro en la Naturaleza. En efecto, esencial para la vida animal y de gran importancia para la vegetación, por su intervención en muchas reacciones bioquímicas, el“molibdeno” es sin embargo muy poco abundante (apenas dos partes por diez mil) en la Tierra, a diferencia, por ejemplo, del níquel o del cromo que, relativamente mucho más abundantes (316 partes por 10.000 en el caso del cromo) no tienen casi ninguna importancia en losprocesos vitales. En consecuencia, se hace difícil comprender por qué los seres vivos de este planeta llegamos a depender de un elemento tan escaso, cuando, en realidad, lo que es dable esperar es que la composición química de los organismos tienda a reflejar, de algún modo, el medio ambiente que cobija su evolución.  Sin embargo, con ajuste a la teoría de que la vida pudo llegar aquí desde otro lugar, pongamos por caso el  de un planeta donde el “molibdeno” fuese un elemento abundante, el misterio ya no sería tal, sino todo lo  contrario: la cosa más natural del mundo. Y de igual manera, también podríamos responder con mayor precisión, sin aleatorias conjeturas, a la cuestión de que si el origen de la vida resultó de ciertascombinaciones químicas fortuitas, y siendo lógico suponer que debe de haber existido durante tal proceso una competencia del tipo de la supervivencia del más apto, parafraseando a Darwin, ¿cómo es que aún no se ha encontrado el menor rastro de rivales extintos portadores de otro código genético?       Así las cosas, el concepto de una siembra cósmica, o panespermia  como la llamaba Arrhenius, pone de manifiesto la forma más sencilla de responder a las preguntas máscomplicadas, y con eso, entendemos, se alza por encima del innegable antropocentrismo que, haciendo caso omiso de sus propias limitaciones,  anida en la idea de un origen espontáneo y azaroso de la vida en nuestro afortunado planeta. En otras palabras, nos ubica ni más ni menos que en el único lugar que ocupamos dentro de la vasta inmensidad del Cosmos: el de una insignificante mota de polvo inmersa entre el polvo de estrellas...
e manera que, a menos que la aparente extravagancia  tenga algo que ver con ciertos  prejuicios propios del pensamiento antropocentrista, no vemos aquí ninguna otra razón que apunte a eso. Del mismo modo que tampoco notamos una gran diferencia  entre la posibilidad que analizamos ahora – planteada, por lo demás, por reconocidos integrantes de la comunidad científica - y la sugerida hace tiempo por la Hipótesis de los Antiguos Astronautas, según la cual la Tierra habría sido visitada en el remoto pasado por seres extraterrestres . Salvo, claro está, que por diferencia  tengamos que entender una mayor o menor disponibilidad tecnológica, y por qué no económica, de tal o cual sociedad. Porque si de eso solo se trata, y de acuerdo a lo que nos ha enseñado hasta ahora la experiencia acerca de las “bondades”  de laglobalización, deberíamos suponer entonces que los marginados habitantes de buena parte de nuestro planeta no podrían concebir ni en sueños que proezas como la llegada del hombre a la Luna tuvieran el menor asidero en la realidad.