El Cid había ido a cobrar las parias (es decir, el tributo que pagaba un príncipe a otro en reconocimiento de superioridad) que tributaba el rey moro de Sevilla. Allí, con los pocos caballeros que lo acompañaban salió en defensa de éste, que atacado por su vecino, el rey beréber de Granada. Entre los agresores que el Cid hace prisionero, están varios señores de León y el conde castellano García Ordóñez, que apoyaban al rey granadino. Finalizado el incidente, los deja en libertad. Sin embargo, ellos se unen a otros enemigos que el Cid tenía en la corte, y lo acusan de haberse quedado con parte de los tributos cobrados. Alfonso oye las calumnias y ordena su destierro
